PEDAGOGÍA DE LA MEMORIA
MUSEO VIRTUAL

Convenio interadministrativo No. 1969 de 2019 suscrito entre la Secretaría de Educación del Distrito y la Universidad Distrital Francisco José de Caldas

¿POR QUÉ ACTIVAR LAS MEMORIAS DEL SECUESTRO EN LA ESCUELA?

Antes de enunciar los argumentos que buscan justificar la importancia de abordar temas como el
secuestro en los escenarios educativos, resulta imperante señalar de manera breve, algunas de las
formas que adquiere la memoria frente a este fenómeno de la crueldad; formas que se encuentran
estrechamente vinculadas a las narrativas de las víctimas directas e indirectas, victimarios y sociedad
civil, así como a construcciones mediáticas, expresiones artísticas y actos de resistencia contra el
olvido. Estas formas son:
Epístolas del cautiverio. Para los perpetradores, las cartas en el marco del secuestro constituían
una prueba irrefutable de supervivencia. Para las víctimas directas e indirectas, representaban el
vínculo con la vida, el recuerdo y la esperanza, la lucha contra el olvido y el desdibujamiento de la
muerte. Las epístolas entre Ingrid Betancourt y su madre Yolanda Pulecio, recuperadas en el texto
Cartas a mamá desde el infierno; Fernando Araujo y sus hijos; Pablo Emilio Moncayo y su padre; entre
otras, se convirtieron en fuente de arraigo a la vida para las víctimas del secuestro y sus familiares:
“…Ojalá nuestras cartas lleguen pronto a las familias; para ellas y nosotros esto implica paz interior
y gran alegría…” (Echeverri, 2006: 161) También, en puente de comunicación con lo que los mismos
secuestrados bautizaron como “la otra realidad, la de la libertad”.
Puesto que, en el marco del secuestro, el entorno familiar se ve victimizado de manera directa, los
cautivos de la guerra procuran narrar lo inenarrable, pero también se refugian ocasionalmente en
silencios frente a interrogantes y experiencias que consideran acrecentarían el dolor de aquellos que
comparten sus cadenas, aun estando en libertad. De esta forma, las cartas simbolizan los retazos de
realidad con los que se construye el tejido de la supervivencia, trozos de amor y dolor que permiten
continuar la marcha.
Memorias de la crueldad. Los diarios, bitácoras y anotaciones en el marco del cautiverio, cobran
un lugar predominante en la experiencia de los secuestrados, quienes encuentran en la escritura un
ejercicio terapéutico de libertad, pero también una forma de conservar la memoria de lo vivido. Algunos
de estos testimonios fueron abandonados de manera estratégica por las víctimas, con la esperanza
que fuesen recuperados por las fuerzas armadas en medio de las persecuciones e intentos de rescate.
Otros, fueron conservados por los cautivos. Lo cierto es que dichos registros del dolor y la crueldad se
constituyeron en cimiento para la construcción de libros testimoniales.
La rabia en el corazón y No hay silencio que termine de Ingrid Betancourt; El mundo al revés: más
que sobrevivir al secuestro de Alan Jara; Cartas a Emanuel y Cautiva de Clara Rojas; Bitácora desde el
cautiverio de Gilberto Echeverri, fallecido en medio de uno de los múltiples intentos de rescate, entre otros, se han convertido en fuente de memoria de lo ocurrido. Aunado a ello, estas obras testimoniales
construidas por los secuestrados, se convierten en el proceso de posacuerdo, en soporte de los
informes orales y escritos dados por las víctimas ante la Justicia Especial para la Paz –JEP-.
Radio y otros medios de comunicación. Para los secuestrados y sus familias, la radio ocupa un lugar
fundamental en el marco del cautiverio. Programas como La carrilera de las 5, Noches de libertad y
Voces del secuestro, entre otros, se convierten en puente de comunicación entre la selva y la ciudad.
De allí que uno de los acervos de la memoria frente a este fenómeno, se encuentre en los cientos
de testimonios y mensajes que parientes, amigos, allegados y otros miembros de la sociedad civil,
buscaban transmitir a los cautivos en medio de la desesperanza.
Aunado a la radio, otros medios como la televisión y la prensa, promovieron la memoria colectiva del
secuestro. El seguimiento de los casos, la socialización de las pruebas de supervivencia, la información
constante en relación con el estado de las víctimas y los posibles operativos de rescate, entre otros,
permitieron que la sociedad colombiana e internacional simbolizara y representara las imágenes de la
crueldad en medio del cautiverio: cadenas, trincheras, cuerpos silenciosos y deteriorados, develaron la
monstruosidad de las maquinarias de la guerra.

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Museo virtual y pedagogia de la memoria – Maestría en Educación para la Paz                                        

 

 

 

 

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